Por Marina Márquez
El barrio de La Boca es uno de los más emblemáticos de nuestra ciudad, en donde se mezcla el fútbol, la historia, el tango y el arte. Pero además, no escapa a las leyendas populares que se transmiten de generación en generación.
Este es el caso de un edificio ubicado en la intersección de la Avenida Almirante Brown y las calles Wenceslao Villafañe y Benito Galdós, conocido como “El Castillo de La Boca” o también “La Torre del Fantasma”.
¿A qué se debe el segundo apodo? Cuenta la historia que a mediados de la década de 1910, existió una poderosa estanciera de nombre María Luisa Auvert Aurnaud, que repartía sus días en su extensa estancia ubicada en la localidad de Rauch, y el resto del tiempo en un edificio de la capital.
Un día, un hombre de negocios le ofreció este terreno en cuestión, en el cual le sugirió invertir en viviendas ya que ese sitio estaba creciendo gracias a los inmigrantes. La señora accedió y, como tenía ascendientes de Cataluña, le encomendó al arquitecto catalán Guillermo Álvarez que el diseño tuviera un estilo de aquel lugar.