La Kabbalah enseña que si dejamos la iglesia, el templo, la mezquita o capilla siendo exactamente la misma persona que éramos cuando entramos, es como si no hubiésemos entrado. Lo mismo es cuando estamos estudiando el Zóhar y otras fuentes kabbalísticas.
Orar, meditar y estudiar son el camino hacia un destino: el abrirnos para que la Luz entre a ayudarnos a cambiar. Dios no necesita nuestro agradecimiento o nuestras súplicas. El crecimiento personal es lo único que importa.
¿Eres hoy diferente a lo que eras ayer? Tómate tiempo para trabajar en cambiar una parte de tu personalidad que no te gusta. Cuando haces esos pequeños cambios en ti mismo, revelas la chispa de Dios en ti. Y es la mejor forma de oración que puedes ofrecer.
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