Es buen hábito de todo sabio, buscar en el diccionario.
La filosofía tiene palabras que pueden tener distintas acepciones según el encuadre teórico al que pertenecen. Es más, ciertas palabras parecen ser privativas de cada una de ellas y aunque parezcan palabras comunes, usadas en otros contextos se consideran errores, por la interpretación diferente que se le adjudicó dentro de una doctrina.
Por eso es importante en Filosofía tener cierto rigor para recordar con fidelidad las palabras que usó el autor para describir sus pensamientos y no utilizarlas para referirse a otros autores.
Por ejemplo la palabra SER tiene muchas interpretaciones por causa de los distintos significados que le otorgaron los diferentes enfoques.
A veces se entiende por SER la esencia y en otros casos la existencia; o bien puede significar la existencia o el ente o si no la sustancia.
El problema del significado del SER ha sido y sigue siendo un problema para la filosofía aún sin resolver.
La cuestión es que el SER no se puede definir, es indefinible y sólo se puede predicar de él.
El SER no se puede definir por la sencilla razón que el SER no proviene de otra cosa y nunca puede ser predicado sino sólo sujeto porque es superior a todo y principio de todo, por la misma razón es entero y perfecto, inabarcable, indefinible, inmodificable, eterno, e incausado porque no ha nacido ni morirá jamás.
Por estas características, algunas filosofías han atribuido al SER un significado religioso, interpretándolo como una entidad divina no material responsable de la creación del mundo material.
Los griegos creían en la posibilidad del SER de las cosas y también pensaban que podían descubrirlo sin necesidad de una instancia trascendente.
Por sus características el SER está oculto detrás de las apariencias y es permanente. Debido al hecho de permanecer encubierto puede consistir en la esencia y si se considera que debe existir de algún modo podría consistir en la existencia.
Ciertos enfoques pueden concebir el SER por contraste con la apariencia, como el SER y la nada de Hegel, aunque esta nada no signifique el NO SER y tenga otra clase de connotación.
En la Cavalah judía, la numerología indica que el cero es el potencial ilimitado de la creación.
La interpretación de un SER trascendente surge de la idea de un SER que no puede tener ningún atributo, ni accidentes, ni puede categorizarse de ninguna manera manteniéndose impenetrable, otros los interpretan como inmanente, absolutamente transparente, racional, o sea la tendencia que puede tener cualquier realidad.
El ser en sí, se constituye mediante la pura inmanencia, el Ser para sí requiere la trascendencia, representa la posibilidad de representarse a si mismo y la de trascenderse a si mismo.
El ser en sí se podría identificar con un Ser estático, inmóvil, en tanto que inmanente y el Ser para sí con un Ser dinámico que está permanentemente trascendiéndose a sí mismo.
Depende de la cosmovisión, ese es el Ser.
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