Aunque parezca increíble, en el fondo del sí mismo existe la bondad, no la maldad.
Si observamos lo que ocurre en el mundo a nuestro alrededor podemos ver todos los días hechos de violencia, agresividad, muerte y destrucción. Es difícil creer que no exista la maldad en forma absoluta.
Por el contrario, la maldad parece reinar en todos los órdenes de la existencia.
¿Qué es el bien?, porque lo que es bueno para uno puede ser malo para otro. ¿Es acaso el bien algo relativo a las circunstancias o el bien es absoluto?
Platón dice que el Bien es la idea suprema y que el mal es la ignorancia.
San Agustín pasó gran parte de su vida cuestionándose sobre la existencia del mal, hasta que leyó a Platón y a San Pablo y se pudo convencer que el mal no existe, que no es en sí, no tiene Ser, que el mal es ausencia de bien.
Aristóteles considera una acción buena aquella que conduce al logro del bien del hombre o a su fin, por lo tanto, toda acción que se oponga a ello será mala.
Para Aristóteles, la bondad es un atributo trascendental del Ser.
Sócrates identificaba a la bondad con la virtud moral y a ésta con el saber. La virtud es inherente al hombre que es virtuoso por naturaleza y los valores éticos son constantes, por lo tanto el mal es el resultado de la falta de conocimiento.
Con respecto a la existencia del mal, Santo Tomás de Aquino nos dice que al crear este Universo, Dios no deseó los males que contiene, porque no puede crear lo que se opone a su bondad infinita.
Nos sigue diciendo que el mal no fue creado, el mal es una privación de lo que en si mismo como Ser, es bueno; y el mal, como tal, no es querido tampoco por el hombre, porque el objeto de la voluntad humana es necesariamente el bien. El pecador no quiere el mal, lo que quiere es el placer sensible de un acto, que se supone malo, pero su fin no es hacer el mal. No hay voluntad alguna que quiera el mal como tal.
Agrega que Dios creó un Universo cuyo orden exigía la capacidad de defecto y corrupción por parte de algunos seres.
Nos propone que la justicia exige que el mal moral sea castigado y postula que el castigo existe no por si mismo sino para que el orden de la justicia sea preservado.
La libertad es un bien para Santo Tomás porque hace que el hombre se parezca más a Dios. Él no quiso el pecado, pero lo permitió en razón de un bien mayor, que el hombre sea libre y pudiera amarlo y servirlo por propia elección. No quiso el mal físico por si mismo sino en provecho de la perfección del Universo.
Krishnamurti nos dice que el Bien es el orden total y el Mal es el desorden. El orden, en relación a la conducta en el aquí y ahora, es virtud; y el desorden es no virtud, destructivo, dañino, impuro.
Krishnamurti nos dice que uno puede sentir en el fondo de si mismo que la bondad absoluta existe, o sea el orden verdadero, libre de prejuicios. No se trata de aceptar un patrón o modelo externo sobre lo que es ordenado y bueno, porque todo patrón externo produce conflicto con el sí mismo y el conflicto es origen del desorden.
Sostiene que somos el mundo y el mundo es lo que somos, que la conciencia del mundo es nuestra conciencia y si comprendemos esto habrá compasión verdadera por todo y por todos, y que esta compasión es la libertad.
Está convencido que la sociedad es el desorden organizado; y que la negación de la continuidad de la violencia y del rencor, es el Bien. La sociedad soy yo y si yo no cambio la sociedad no puede cambiar.
Para él el Bien es absoluto y el mal no existe.
En el momento que afirmamos la existencia del mal absoluto esa misma afirmación es la negación del Bien.
La bondad implica renuncia total del yo; y salirse del egocentrismo es alcanzar el orden completo, la libertad, y la bondad.
Orden para Krishnamurti, significa conducta en libertad y la libertad es amor y no placer.
La Guia 2000
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