Un recorrido por seis manzanas que son un oasis en la ciudad; hay casas de hasta 800.000 dólares; tienen seguridad las 24 horas y los autos duermen en las calles; por qué sus vecinos adoran este lugar
Por Verónica Dema | LA NACION
Por Verónica Dema | LA NACION
Toc, toc, toc. "¿Podés bajar la ventanilla? ¿Dónde vivís? ¿Por qué estacionás acá frente a mi casa? Hace rato que mi hermana da vueltas y no encuentra un lugar". Es mediodía, hace calor y Josefina Del Sel interpela a un taxista que se acomodaba para descansar a la sombra. Ella tiene 24 años y desde los dos vive con su familia en el "barrio inglés", en Caballito. "Me encantó crecer acá", dice, en la vereda de su casona en la calle Ferreiro al 900. "Es diferente a otros barrios, siento que, como algunas zonas de Puerto Madero, este es uno de esos lugares especiales en el mundo". Habla de su casa "lejos del tumulto" y se le pasa el enojo con el taxista.
Julieta describe al barrio, que tiene como límites las avenidas Pedro Goyena y del Barco Centenera y las calles Valle y Emilio Mitre, como una "comunidad bastante cerrada". En esas seis manzanas la mayoría de los vecinos se conoce, participa de una cadena de mails que se activa cuando hay algo que resolver, y hasta tiene agendado los celulares de los demás. "Recuerdo que yo pasaba a buscar a los chicos de la cuadra en bicicleta, eran los amigos del barrio; se armaba un grupo lindo con los de la edad", dice. "Ahora, si bien no es tan así, hay contacto entre todos, sabemos más o menos quiénes viven, es bueno para el barrio".
Uno de los problemas que tenían y que resolvieron entre los vecinos fue el de la inseguridad. Decidieron pagar un adicional a la Policía Federal y tener custodia las 24 horas. "Acá muchos no tenemos garaje, pero no hay tantos autos. Lo que tenemos que bancarnos es que vengan a estacionar de otros barrios porque tienen sombra y seguridad. Por eso lidiamos con los taxistas", dice. "Pero bueno, la calle es pública", reconoce. Sonríe.
Algunos vecinos cuentan que el barrio inglés adoptó ese nombre porque antiguamente vivían familias de ingleses que vinieron a proyectar el primer tramo del ferrocarril; hoy, el Sarmiento. El estilo de estas casonas es ecléctico: combina el Tudor, una corriente arquitectónica surgida en el siglo XV en Inglaterra, con detalles gregorianos e italianos. Los tres arquitectos que lo proyectaron Lanús, Molina y Ferrari son un sello que se conserva en las fachadas de los palacetes, algunos de los cuales también exponen el nombre de sus dueños. "Casa custodiada", también es un cartel que se replica en los frentes.
En El portal de Caballito, una voz autorizada según los vecinos, se informa que el nombre de esta zona fue impuesto por las inmobiliarias, a mediados de los años '60. Hasta entonces se llamaba "Barrio del Banco Hogar Argentino". Incluso algunas de sus calles llevan justamente el nombre de los funcionarios de esa entidad. A finales de los '20 este banco compró los terrenos, potreros donde se criaba hacienda, y construyó el barrio tal como se conoce hoy. El proyecto se basaba en la construcción y la venta con un crédito hipotecario a cargo del banco. En el corazón del barrio, en la calle Ferrari, una placa de mármol informa: "Antonio Ferrari, Presidente de Banco Hogar Argentino, ordenanza municipal 1923".
Texto e imagen: La Nacion
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