Amar de verdad no es huir de la soledad.
  
 Muchos buscan el amor para huir de la soledad, pero nunca un amor podrá  satisfacer la necesidad infantil de sentirse acompañado, y esa relación estará  destinada al fracaso.
 Cuando amo a alguien porque lo necesito, no lo amo, lo estoy usando para mi  propio beneficio, para que me acompañe, me mantenga, me divierta, me  entretenga.
 Sólo cuando necesito a alguien porque lo amo es cuando me mueve el verdadero  amor, la necesidad de compartir, de dar y de saber recibir, y estar dispuesto a  comprender, perdonar, tolerar y aceptar.
 Cuando se ama a alguien de verdad, se desea su libertad para ser quien es, y  se llegan a amar sus virtudes y sus defectos, porque no siempre esos defectos  son reales, ya que los que pueden ser defectos para uno pueden ser virtudes para  otros.
 La soledad nos enseña a vivir, a ser independientes, a valorarnos, a confiar  más en nosotros mismos. Es la experiencia más aleccionadora que existe para  madurar como persona.
 Recién cuando somos capaces de estar solos, aprendemos a conocernos, a  apreciar todo nuestro potencial, a querernos y a ser más buenos con nosotros  mismos.
 No se puede amar a otro si uno se desprecia. El odio a uno mismo es el  fundamento de la agresividad hacia el otro, porque siempre estamos proyectando  nuestra propia interioridad con nuestras acciones.
 Cuando se siente la sensación de estar solos o aislados es cuando hay que  volver la atención hacia adentro y buscarse a si mismo; porque el afuera nunca  podrá devolver el sentimiento de pertenencia que se ha perdido.
 Cuando se recupera la conciencia interna de pertenencia se logra la  reconciliación con uno mismo, surge un nuevo sentimiento de compasión y la  posibilidad del perdón.
 Esa relación personal es la más importante de las relaciones que existen;  porque el hombre no puede relacionarse normalmente con otro si no está bien con  él mismo.
 El amor verdadero no es fusión sino independencia, porque precisamente lo que  se ama del otro es su ser total, su capacidad de desarrollo y su poder de  trascendencia constante.
 Amar es admirar, es sorprenderse todos los días con el ser amado, que es  capaz de cambiar y seguir siendo el mismo o la misma.
 El egoísmo mata al verdadero amor, con las limitaciones y las trabas al  desarrollo individual del otro, casi siempre por celos o envidia del miembro de  la pareja que se ha estancado.
 La belleza es un don que ayuda a atraer pero que no sirve por si misma para  mantener una relación.
 La preocupación por el esquema corporal se ha convertido en un fin en si  mismo y en el propósito de la vida de mucha gente.
 Pero si detrás de un cuerpo perfecto no hay más que la preocupación por  agradar, ninguna relación a largo plazo es posible y sólo se habrá logrado ser  una cosa, un bien de uso y no una persona.
 La belleza no dura siempre, lo que permanece es el ser verdadero y auténtico  que no se preocupa por agradar sino por ser.
 (continúa)