Dar lugar al goce y a la reflexión
En una antigua residencia de principios de siglo —restaurada y renovada por el estudio inglés Kallos Turin— abre sus puertas Casa Cavia.
Un sitio en el que los placeres nobles dialogan entre sí para invitar a las más singulares experiencias. Libros, flores, perfumes, y una cocina en la que tanto la pâtisserie como la comida se disfrutan al igual que si fueran obras de arte. Productos frescos y de estación que se traducen en platos simples pero exquisitos.
Lupe García, directora creativa del espacio, convocó nuevos talentos de las artes y oficios de la Argentina, y los convirtió en anfitriones de la casa: Ana Mosqueda y Ampersand, editorial, biblioteca y espacio de venta de libros; Julián Bedel y los aromas de Fueguia 1833; Silvana Grosso y los arreglos de Flores Pasión; Próspero Velazco y su sofisticadapâtisserie, Pablo Massey y la maestría de sus platos.
Esta ecléctica propuesta de disciplinas combinadas convierte a Casa Cavia en un universo de vivencias diferentes y únicas. Un espacio donde la rutina se detiene para dar lugar al goce, pero también a la reflexión.
Un espacio con historia
En los dorados años veinte, un señor de familia acomodada encarga al prestigioso arquitecto y artista plástico noruego Alejandro Christophersen un singular regalo para su esposa.
Se trata de una residencia ubicada en la calle Cavia del barrio de Palermo Chico, frente a la arboleda de una plaza diseñada a comienzos del siglo xx por el paisajista Carlos Thays, que varias décadas más tarde tomará el nombre de Plaza Alemania. Corren vientos de cambio: Buenos Aires se está transformando en una ciudad bella, moderna, con gran desarrollo cultural y edilicio.
En ese marco, Christophersen (1866-1946) proyecta una casona despojada y austera, representativa de su estilo historicista ecléctico.
En ese marco, Christophersen (1866-1946) proyecta una casona despojada y austera, representativa de su estilo historicista ecléctico.
Educado en la École des Beaux-Arts de Paris y vinculado a la elite porteña desde 1888, pone en juego un estilo que postula la libertad del arquitecto frente al material proporcionado por la historia, libertad que Christophersen despliega en la variedad de referentes históricos que, desde el proyecto, se expresan en el uso del edificio.
“El arte arquitectónico moderno no se deja atrapar por los detalles —escribió el noruego— sino que le da un giro nuevo a una idea antigua”.
“El arte arquitectónico moderno no se deja atrapar por los detalles —escribió el noruego— sino que le da un giro nuevo a una idea antigua”.
Texto e imagenes Casa Cavia
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