Convento en la mira
El intento de José López por ocultar 9 millones de dólares en General Rodríguez destapó los oscuros vínculos del fallecido obispo Rubén Di Monte con los K, el menemismo y la dictadura militar. La Basílica de Luján como centro de negocios.
Casi dos meses después que el arzobispo Rubén Héctor Di Monte iniciara su ministerio en la Arquidiócesis Mercedes-Luján, el 13 de junio de 2000,cerca de la medianoche, la cruz de hierro de casi 2 mil kilos se quebró y cayó desde lo alto de la Basílica de Luján. Exactamente 16 años después, el ex secretario de Obras Públicas José López intentó esconder casi 9 millones de dólares en la propiedad de General Rodríguez en la que Di Monte, junto a tres hermanas consagradas, había decidido pasar sus últimos días. Había muerto dos meses antes. Los dos hechos abren y cierran su periplo de más de tres lustros en torno al centro de religiosidad más importante del país de un eclesiástico ganado por la banalidad y la ambición mundana y la búsqueda constante de influencia y poder político y económico, siempre promoviendo la imagen de Nuestra Señora del Rosario de Fátima, de la que era devoto.
Di Monte era oriundo de Luján y había sido monaguillo de la Basílica, pero el primer tramo de su carrera episcopal lo dio en Avellaneda, donde fue designado obispo auxiliar en 1980. Se consideraba amigo personal de los generales Suárez Mason y Cristino Nicolaides, que lo ayudaron a obtener dinero para la reforma de la Catedral de Avellaneda. Era hábil para acomodarse en las mesas del poder y conseguir donaciones y promover negocios. En 1987, como secretario general del episcopado local, Di Monte se ocupó de la reforma de la sede local de los obispos de la calle Suipacha que inauguró y bendijo Juan Pablo II. El dinero le siguió fluyendo cuando fue titular de Caritas en la década del ‘90 y estuvo en la lista de obispos conservadores a los que Menem contentó en forma personal con aportes del Tesoro (ATN): como obispo de Avellaneda cobró 1.210.000 pesos por parte de Menem. Di Monte no reparaba en delicadezas cuando olía dinero. “Como sabía que era de Olavarría, una vez en el seminario me preguntó si tenía contactos con la Fundación Fortabat y cuál era la persona exacta con la que tenía que hablar”, indicó un ex integrante del Seminario Mayor Santo Cura de Ars