El entorno de la iglesia de San Ignacio de Loyola y del Colegio Nacional de Buenos Aires, sobre las calles Bolívar y Alsina, ya forma parte del plan para reducir el tránsito vehicular en el microcentro; satisfacción de los vecinos
"Es una Buenos Aires que nunca tendría que haber muerto", reflexionó Rubén Agüero mientras caminaba por el renovado empedrado de las calles Alsina y Bolívar, ahora con prioridad peatón.
Frente a él, la iglesia de San Ignacio de Loyola -también renovada- completaba el entorno que el hombre, de 62 años, calificó como "pintoresco".
Ayer, después de algunas idas y venidas judiciales, quedaron oficialmente inauguradas otras dos arterias del microcentro que dan prioridad al paso de los peatones y revalorizan el casco histórico de la ciudad: Bolívar, entre las avenidas Belgrano y la diagonal Julio A. Roca, y Alsina, entre diagonal Roca y Defensa. Por el proyecto se invirtieron $ 10.780.000.
En el acto estuvieron la vicejefa de gobierno porteño, María Eugenia Vidal, y el jefe de Gabinete, Horacio Rodríguez Larreta. El ministro de Desarrollo Urbano, Daniel Chain, también presente, dijo: "En esta obra coincide el pedido histórico de los vecinos con nuestro plan estratégico de humanizar el espacio publico céntrico de la ciudad".
Custodiadas por bolardos negros, las calles empedradas de las tres cuadras de Bolívar y las dos de Alsina lucen ahora niveladas con la vereda.
El único trecho en el que se diferencia la calzada es frente a la iglesia de San Ignacio. Allí, el solado de la acera cruza Bolívar como si se tratara de una prolongación del atrio.
"Es una excelente idea que hayan hecho esto", enfatizó a LA NACION Roberto Micheloni, el encargado de la librería De Ávila, un histórico monumento nacional. Sita en la intersección de Bolívar y Alsina, la fachada del local se alinea con el resto del lugar. "No sólo se preserva la iglesia, sino que se le dio a la zona el tono que le corresponde", dijo Micheloni.
Una de las mayores preocupaciones de los vecinos y comerciantes era el intenso tráfico, sobre todo de los colectivos, que circulaba por Bolívar. El objetivo de la obra es darle s prioridad a los peatones, en tanto que permite sólo el tránsito de vehículos que accedan a los estacionamientos de la zona o se detengan provisoriamente para descargar mercadería.
Pero no todo es color de rosa. Si bien ya no transitan por allí vehículos de gran porte, Ariel Laval, encargado de un edificio situado frente a la iglesia, llamó la atención: "Los motociclistas pasan descontrolados. Circulan rápido por el empedrado y también por la vereda". El hombre se mostró disgustado porque consideró que "es importante cuidar el patrimonio y dejar que la gente camine tranquila".
Ante la consulta de LA NACION, fuentes del gobierno porteño indicaron que en los próximos días se profundizarán los controles viales en la zona.
La inspección debería hacerse también en la calle Perú, donde, pese a que fue peatonalizada meses atrás, circulan muchos vehículos, según se puede constatar con sólo pararse allí cinco minutos durante cualquier mañana.
Algunos transeúntes sugirieron que en la intersección de Bolívar con Moreno se coloque un cartel que indique que la calle empedrada está cerrada al tránsito con dirección a Alsina. "Hay automovilistas que siguen de largo y se encuentran con que hay un bolardo en el medio y cadenas que cortan la circulación", explicaron.
Ayer a la mañana, horas antes de la inauguración oficial de las remodeladas calles -que fueron habilitadas para los peatones desde comienzos de semana, un grupo de operarios terminaba con los últimos detalles de las nuevas baldosas calcáreas amarillas que revisten las veredas. Entre ellas y las canaletas con rejillas rebatibles se mantuvo el cordón de granito original.
"Quedó muy bien Bolívar", resaltó María Angélica Ramos mientras observaba detenidamente las luminarias de época que secundaban su paso.
En las próximas semanas comenzarán a realizarse obras similares en la calle Moreno que estarán en sintonía con el proyecto para revalorizar el casco histórico.
QUEJAS
A mediados del año pasado, la obra se paralizó algunas semanas debido a un recurso de amparo presentado por la ONG Basta de Demoler contra la nivelación de la calle con la vereda, pero la medida no prosperó.
"Consideramos que modifica la morfología tradicional del casco histórico. Como quedó hoy esa calle puede estar en cualquier lugar del mundo. Ya no nos es característica", dijo a LA NACION la presidenta de la entidad, María del Carmen Usandivaras.
Quien ayer no estaba muy contento con la peatonalización era Hugo, un jubilado de 72 años. "No hay cómo moverse con el auto por el microcentro. Tengo que dejarlo estacionado y caminar un montón de cuadras. Me duelen las piernas y me resbalo entre los adoquines", se quejó, mientras acarreaba un carrito con su maletín.
Del editor: qué significa. Otra etapa del plan para hacer de Buenos Aires una ciudad amigable. Peatonales para disfrutar hasta el silencio de sus calles sin autos ni colectivo